Puntos suspensivos...
- ElPosmosapiens redacción
- 16 dic 2019
- 2 Min. de lectura

Por Eduardo Olmos.
¿Quién coño te ha dado mi número? Seguro ha sido mi hermana, joder con esta familia que me cargo. Tranquila, no ha sido tu hermana, pero tampoco te diré quién lo hizo, quiero saber una sola cosa Rocío ¿Qué te hizo alejarte tanto y detestarme tanto?. ¿Quieres saber? Te lo diré, que nunca terminaste aquella frase.
Era un camino en carretera largo para llegar a Barcelona, pero te gustaba ir por la autopista del Mediterráneo desde Valencia, ese camino siempre te inspiró para imaginar historias y luego escribirlas en tus diarios de viajero, sabías que el final del camino encontrarías a Rocío, tan linda y elegante como siempre, la imaginabas con aquel vestido blanco que le habías regalado en su aniversario y más aún imaginabas como se lo quitarías, sabías que te amaba con locura, ella misma lo había mencionado cientos de veces en las pláticas familiares y reuniones con amigos, te celaba como una gata con sus críos, y peor aún no dejaba que ninguna suripanta, así es como llamaba a tus amigas, se te acercara, pero le tenías un cariño enorme y en el fondo la amabas, no se lo habías dicho porque eso podría hacer que ella se volviera más loca aún, entonces la imaginabas con una camisa de fuerza y atada de brazos y pies por lo peligrosa que podía llegar a ser, y entonces te reías de esa imagen y te imaginabas a ti mismo dándole de comer así atada y loca, loca por ti, y tu por ella, entonces decidiste hablar a su móvil mientras ibas en la carretera, te hablaba de la ropa que acaba de comprar y la sorpresa que te estaba preparando para la noche que llegaras, hablaban de asuntos sin importancia y entonces decidiste hacerlo, sabías que era mejor decirlo en persona pero algo dentro de ti te motivo a hacerlo. Quiero decirte algo que llevo tiempo queriendo hacer. Suéltalo Paco, me tienes intrigada, pero solo te voy a decir que si quieres terminar conmigo, me mato antes de que termines la oración. Tranquila, no es nada de eso, quiero decirte que te... ¿Aló? ¿Que te qué Paco? ¡Contesta coño! ¿Que te qué...? Paco no estoy para juegos ¿Qué ocurre? Paco termina la oración, Paco ¡Paco! Paco!...
El accidente se registró hace media hora señorita, sabemos que hablaba con usted cuando sucedió, díganos ¿De qué hablaban? ¿Le comentó algo antes del accidente? Estaba a punto de decirme algo pero nunca terminó la frase, no escuché nada más...
Han pasado seis años y aquella clínica de rehabilitación mental totalmente blanca y con paredes acoginadas parece más un recuerdo lejano, pero aún tiene esas pláticas con él, imaginando que Paco le llama por teléfono y termina aquella oración con un “te dejo” un “te amo” un “te deseo” o cualquier otra posibilidad...
* Eduardo Olmos Estudió Ingeniería industrial en la UNAM, estudia diseño industrial en la UAM, ha representado a la UAM en diversos concursos a nivel nacional e internacional, actualmente trabaja en su propio emprendimiento. Diseñador por vocación y escritor por convicción, desde la adolescencia tuvo la inquietud de dejar por escrito algunas vivencias y compartirlas con todo aquel que guste de la lectura.
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