Destiempos...
- ElPosmosapiens redacción
- 12 nov 2019
- 3 Min. de lectura

Por Eduardo Olmos*
Tres años después de haber terminado aquella relación Martín revisa su teléfono para ver si nadie le había marcado durante las ocho horas de su trabajo en la empresa, nunca le ha gustado atender el móvil cuando trabaja, dice que es una distracción absurda y mejor se concentra en sus labores, siempre revisa los mensajes del más antiguo al último. Y ahí lo vio, Esther había enviado un mensaje que no era capaz de abrir, por mucho que lo quiere hacer hay un algo que lo obliga a seguir de largo, pero esa ansiedad por no seguir sus propias normas de orden lo mata y termina abriendo aquel mensaje -Querido Martín, quiero pedirte una disculpa por todo aquello que no te pude corresponder, era inmadura y no sabía lo que quería en ese momento, espero que podamos vernos para ponernos al día y tomar una taza de café. Esther.- Aquel mensaje lo dejó pensando por un tiempo, varios días pasaron y al fin decidió contestar -Esther, he pensado en lo que has escrito y quiero que sepas que aunque sigo enamorado de ti como en aquel tiempo, lo mejor es que cada uno viaje en es este mundo por su propio camino. Martín.
Pasaron unos días de larga espera y había decidido no insistir, sabía que cualquiera que fuera la respuesta de Martín la aceptaría, hasta que llegó el mensaje y su orgullo se tambaleó ¿Como puede ser que no quiera verme? El mismo ha dicho que me ama y sigue enamorado de mi ¿Como puede ser tan gilipollas? Así que tomó el móvil y contestó -Sé que no soy la mejor persona y que no tomé las mejores decisiones en aquel momento pero por dios Martín no seas caradura y anda, vayamos por un café- Con los nervios al filo pudo darle enviar a aquella casi declaración, y es que hacía tiempo que Esther pensaba en lo estúpida que había sido al engañar a Martín, aquel hombre que la trataba como ningún otro la había tratado, hacía un año había terminado una tan contraria a la de Martín que le hizo reflexionar y tardó más de seis meses para enviar aquel mensaje, con las manos mojadas del sudor abrió aquella respuesta -Sabes que te quiero con todo el corazón Esther, pero debo advertirte que no pasará nada más allá de un café y una buena charla- Estoy consciente de ello, muchas gracias Martín.
Habían pasado 30 minutos y comenzaba a impacientarse, recordó la vez que Esther llegó dos horas tarde por culpa del tráfico y pensó que no había el suficiente
como para retrasarse tanto, o como la vez que lo engaño y nunca llegó y todo se lo tuvo que decir por teléfono, solo de recordar aquel momento se puso de malas momentáneamente luego pensó que era absurdo que estuviera pasando lo mismo, y entonces se dio cuenta de que estaba justo en el mismo restaurante de aquella vez, sentado en el mismo lugar y el reloj marcaba exactamente la misma hora, llevaba el mismo ramo de flores y la misma ropa, y como golpe de agua fría corrió al baño para tratar de espabilarse, el frió sudor recorrió su cuerpo y entonces lo vio, aquel mensaje que decía -Perdóname, pero no podré llegar. Esther- Salió corriendo con el rostro pálido y la mirada tan perdida que no vio cuando pasó aquel autobús.
Habían pasado 30 minutos desde que ella llegó, nunca había sido muy puntual pero recordaba que Martín si, y volvía a abrir su teléfono y miraba y leía y releía aquel último mensaje de Martín, pedía un café mientras revisaba el periódico, hacía algunas anotaciones y entre lágrimas lo recordaba, sola, como cada año desde hace tres que había partido su único amor...
* Eduardo Olmos Estudió Ingeniería industrial en la UNAM, estudia diseño industrial en la UAM, ha representado a la UAM en diversos concursos a nivel nacional e internacional, actualmente trabaja en su propio emprendimiento. Diseñador por vocación y escritor por convicción, desde la adolescencia tuvo la inquietud de dejar por escrito algunas vivencias y compartirlas con todo aquel que guste de la lectura.
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